Bristol, un pueblecito de reir, jugar, de estirarse por la mañana, chocolate en la cama, de abuelitos que tocan jazz, barrios con encanto, cosquillas en las rodillas y veinteañeros que buscan un destino. De parques y bicicletas, griegos, españoles y polacos, pendientes vertiginosas, puentes románticos, algodon de azúcar, sueños dedía y chupa chups de fresa denoche.
Acentos extraños, personalidades abiertas, drogadictos y enamorados. Dinero, mucho dinero, pomelos artificiales, disfraces sinvergüenzas y mercromina de colores.
Nostalgia. Bristol queda atrás, hoy empiezo a darme cuenta.
Sonrio, me gusta pensar en tí. Radiante, conocerte, sentirte, escucharte, tenerte cerca,
tu cara, tus manos, tu forma de mirarme, estrategias de conquista. Tú me quisiste más o eso creiste.
Mi cama, tu cama, tus dedos, mi boca, tu vientre...
Y a tí te gusta pensar en mí.
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