10.3.09

Si no sabes cómo arreglarlo, no lo rompas.

Desde pequeñito he tenido cierta conciencia ecológica. No es que sea el que más recicle del mundo. Pienso que que una sola persona recicle hasta las pestañas que se caen de sus párpados, no supone nada a no ser que esté apoyada por algún tipo de movimiento y cierta infraestructura.
Esto sonará extraño, pero aún recuerdo el día cuando era niño en el que el mundo me empezó a importar. Yo tiraba unas pilas gastadas a la basura y mi padre me decia "No hagas eso, que contamina". Yo, con la ignorancia propia de un niño de 7 u 8 añitos le contestaba:
-¿Y qué es contaminar?
- Contaminar es destruir el planeta.
- oh! Se puede destruir el planeta? Entonces, a dónde iremos?
- Bueno, seguramente tú eso no lo verás, poco a poco lo destruiremos y en unos años se verán los efectos.
- Ah! vale! Entonces qué más da que lo destruyamos si no lo veremos?
- No lo verás tú, pero qué me dices de tus hijos? ¿Les dejarás este planeta así? Ellos sufrirán las consecuencias.

Ese día me vino a la mente la idea de un niño del futuro (sí, tenía imgainación, sí) replicando a los adultos. Me imaginaba cómo sería, me imaginaba que realmente tendría razón para maldecirnos a todos y cagarse en la madre que nos parió. Diría algo así como: "vaya mierda de mundo nos habéis dejado, ¿no os da vergüenza? Putos adultos!"
A veces recuerdo esa idea, en lo que me dijo mi padre, y en lo que pasará cuando el mundo realmente se acabe. Lo que nunca imaginé es que algo bastante parecido realmente sucedió. En 1.992, Severn Suzuki, una niña de 12 años, se plantó en la Cumbre de Medio Ambiente y Desarrollo de la ONU y cantó las cuarenta.
¿Qué tiene que pasar entonces para que reaccionemos?



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